#ElPerúQueQueremos

Carta a Susana Villarán

Publicado: 2010-10-02

Magdalena, 02 de octubre de 2010

Querida Susana,

Buenos días.

Te escribo estas líneas a escasas horas de la definición electoral de un proceso de elección municipal de la mayor expectativa en los últimos años. Por varios motivos; por su carácter atípico, por ser una primera oportunidad democrática de tener la posibilidad de elegir entre dos mujeres, lo cual nos renueva en la valoración de equidad de género; pero sobre todo, nos invita a la reflexión sobre la forja de sociedades matriarcales que permitan la continuidad de la vida y las especies y, porque posibilita -después de tantos años de frustraciones- a la centro izquierda progresista encabezar y dirigir un proyecto político de largo alcance con miras a la celebración del Bicentenario de la República con un gobierno democrático, progresista, de centro izquierda; convocante, amplio, democrático, descentralista y humanista.

Al margen de todo este rollo académico, filosófico e ideológico -que no deja de ser importante- quisiera compartir contigo una pequeña incidencia familiar ocurrida ayer, viernes, con mi menor hijo de 8 años: Eduardo Sebastián Infantes Galarza.

Forma parte de aquellas pequeñas cosas, diría Serrat; lo cotidiano, lo profundo y sencillo (recuerdo aquellas hermosas reflexiones de Alejandro Cussiánovich) que el día a día nos ofrece solo a quienes somos padres y madres y así entender lo maravilloso que es sentir el amor de nuestros hijos; sus ocurrencias, deseos, ilusiones, amores y desamores que forman parte de su mundo maravilloso el cual nos permiten compartir y son nuestra razón de vivir.

Sebastián, mi hijo, ayer nos ofreció a su madre y a mí una de esas maravillosas cosas que solo los niños(as) nos pueden dar. Mi esposa, tuvo la suerte de estar temprano en casa, luego del trabajo lo espero con la emoción que solo las madres tienen cuando ven llegar a sus hijos del colegio. Cuál fue su sorpresa, cuando a la distancia -aun no habiendo llegado a la casa- desde lejos se vitoreaban algunos gritos desenfrenados de pasión electoral. Desde la movilidad que lo traía a casa se escuchaban gritos ensordecedores a favor de: ¡Susana Villarán! … ¡Susana Villarán!....... ¡Susana Villarán!..... ¡Fuerza Social!... ¡Fuerza Social!..

Los gritos se hacían más intensos conforme el vehículo escolar se acercaba a la acera de la casa. Se imponían con un tono seguro, firme y contunde (con voces frescas que solo la ingenuidad de los niños y su valentía que los caracteriza) dejaban escuchar sus preferencias electorales a toda su comunidad.

Defender ¡a todo pulmón! sus espontáneas e infantiles convicciones y afinidades políticas. De otro lado, una pequeña respuesta de sus compañeritos, que en minoría, intentaban corear el nombre de la candidata que te acompaña en el segundo lugar de las preferencias electorales.

No terminaba de bajarse del vehículo escolar y seguían los gritos ensordecedores de mi hijo -con sus poderosos pulmones- gritaba con satisfacción, con esperanza, con la felicidad del saber que el triunfo del domingo es un hecho de grandes cambios, lleno de alegría, renovación y amor por nuestra ciudad; por nuestro Perú.

Inmediatamente ingresó a la casa, me cuenta mi Señora, Sebas quiso hacer unos volantes y repartirlos a los vecinos por Magdalena. Distrito donde residimos.

Ante la tentadora propuesta y persuasión del almuerzo, postergó su intención. Sin embargo, apenas satisfecha el hambre, pidió hojas y colores para elaborar sus volantes de campaña. Milu (así le decimos a mi esposa de cariño) le entregó papeles reciclables que tenemos y usamos en casa para sus tareas y dibujos; pero, Sebastián no los aceptó. Quería hojas limpias para realizar sus volantes; estoy seguro, convencido que debería ser como las manos limpias de la futura gestión de la alcaldesa de Lima. Se puso a trabajar y logró hacer 12 volantes a mano.

Inmediatamente salieron a la calle a repartir sus volantes. En ellos, con la destreza de un publicista se delineaban tu nombre: ¡Susana Villarán. Fuerza Social! Mi esposa lo acompañó. Qué lástima haberme perdido este gran momento.

Inicialmente, Sebastián, trató que su mamá fuera la que hiciera la entrega. Pero fue persuadido y alentado sabiamente para que asuma su tarea, su precoz rol de responsabilidad ciudadana; la cual él mismo había querido realizar. Entregaron puerta a puerta y alcanzaron a entregar en las manos de algunos vecinos. Solo fueron doce volantes elaborados con la ingenuidad y la esperanza de contribuir con el triunfo del pueblo que hoy representas.

Debo confesarte que mi hijo días antes ya había expresado su deseo de votar por ti. Es más, iba a ir al mitin, fue el ofrecimiento que hice; pero se excusó por tener que dar sus exámenes el viernes por la mañana.

Estoy seguro, Susana, que esos doce infantiles volantes simbolizan los doce puntos de diferencia que obtendremos este domingo 3 de octubre en la elección más humana que haya existido en los últimos años. Humana, por cuanto los sentimientos más encontrados y disímiles se han expresado en la ciudadanía.

Desde las más bajas pasiones y sentimientos exacerbadas de la desesperación de perder una elección, a las más nobles voces de aliento que en tu andar andando por la Lima emprendedora y la vieja Lima colonial, que se resiste al olvido, recibiste día a día mensajes de aliento, palmas de apoyo, frases y elogios por tu sencillez, entereza y modestia para enfrentar todo un poder mediático que ha pretendido callar, no solo la voz de Susana Villarán, sino también la voz de mi hijo quien confía en ti.

Ahora es la voz del pueblo que no cuenta con el favor de los medios de comunicación y los mecenas que financian campañas para recibir lobbies de compromisos que deben ser “honrados” después del triunfo. No los necesitamos.

Hoy estamos a punto de vencer eso que tanto daño a nuestro país y, a la propia educación de nuestros hijos, la corrupción, ha hecho.

Recibir insultos de todo calibre, atender denuncia tras denuncia, no solo a través de los medios de comunicación sino también en las redes sociales de comunicación del ciberespacio ha sido un desgaste y en algún momento muchos han titubeado.

Lógica es la reacción humana, por que las dos candidatas han dado lo mejor de sí; con errores y aciertos, con diferencias abismales en la decencia y prudencia de las apreciaciones y comentarios, que mi hijo, así como a cientos de vecinos y vecinas de todo Lima hemos podido distinguir; la esperanza a vencido al miedo fue tu lema de cierre de campaña la noche de ayer.

Parafraseando a Gustavo Bueno en el mitin de cierre de campaña: “Todos somos esperanza”. El noble gesto de mi hijo es la esperanza de cientos, miles, millones de peruanos y peruanas de buena voluntad que queremos y podemos lograr grandes cosas. No tengo la menor duda de ello.

Como padre, comprenderás, me siento orgulloso de él. Inmediatamente conocido el hecho, mi esposa me llamó por teléfono al trabajo y conversé con mi hijo. Le dije que lo amaba, que me sentía orgulloso de él. Que valoraba infinitamente su noble gesto. No sabes cómo me sentí. El padre más feliz del mundo. Aun no puedo abrazarlo y decirle personalmente que me siento honrado por su gesto. Lastimosamente, mi horario de trabajo incompatible con su reparador sueño, producto de su agotadora labor partidaria, no coincide. Pero estoy seguro que ahora, por la mañana, nos envolveremos en un abrazo interminable e infinito, que ningún resultado podrá cambiar su voluntad.

Finalmente, brindo disculpas por compartir esta emoción y desearte el mayor de los éxitos en la administración de una Lima para todos con democracia, participación, tolerancia, equidad y, sobre todo, sabiduría; para entender lo difícil que es convivir en una ciudad violenta, llena de frustraciones y pesares, arribismo y egoísmo; pero, paradójicamente con un enorme potencial emprendedor que clama justicia, respeto, oportunidades y salvar las inequidades a través de una sana convivencia y respeto de los más elementales valores de igualdad, justicia y libertad; fomentados en una cultura de paz.

Bendiciones

¡Yo vivo por Magdalena……. Pero voto por Susana!

Ayer, hoy y siempre; tu amigo y vecino

Eduardo Infantes Santillán


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Eduardo Infantes Santillán

Libre pensador. Dedico los breves espacios de tiempo libre que tengo a escribir mis cavilaciones insomnes, muchas de ellas sin sentido. Son parte de mi mundo interior que fuga al exterior en el recreo de la libertad irresponsable. Soñador, utopista, libert


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Cavilaciones insomnes

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