Parte de una necesidad del debate ideológico, dentro de la izquierda, es tener en consideración la exigencia detractora que nos impone la derecha. Aunque suene absurdo, la derecha “obliga” a la izquierda a definirse ideológicamente porque sabe que con ello consigue la ruptura de cualquier proyecto de unidad.

Dice, por ejemplo, que la izquierda es: “antiminera”, que los comunistas se esconden en los movimientos verdes: pro ecologistas, que viven del financiamiento capitalista de las ONGs, que los ronderos son asesinos, que la intelectualidad de izquierda es caviar y, por tanto, solo se organizan para mejorar su condición de clase y ubicarse en puestos claves dentro del gobierno de turno.

La derecha, inteligentemente, nos obliga a definiciones ideológicas. Ha descubierto que esa es la maravillosa fórmula para destrozarnos. A través de todos los medios posibles lo hacen porque están convencidos ideológicamente que la izquierda es un peligro para sus intereses. Existe la probabilidad que Incluya en sus acciones a infiltrados ¿jóvenes académicos que trabajan en las redes sociales mofándose de la izquierda haciendo trabajo asalariado?¿socavando la endeble unidad al interior de la izquierda?

Los temas antes planteados son susceptibles; los venimos postergando durante años. Existen diferentes matices. Urge definirlos. Muchas veces nos encontramos en esa encrucijada. Si debatimos, nos sacamos los ojos; si no lo hacemos disparamos por todos los lados expresándose las tendencias y, como no somos tolerantes nos dividimos.

Para gobernar un país necesitamos acuerdos programáticos. Superar el caudillismo y entender que el liderazgo participativo, la alternancia del poder, predicar con el ejemplo, un militante un voto, elecciones primarias; pero sobre todo, cumplir con las ofertas de campaña, son las pequeñas grandes cosas que la ciudadanía espera de nosotros.

La unidad de la izquierda en nuestro país es un proceso histórico, dialéctico, complejo en el cual todos participamos; incluso, aquellos desilusionados que siendo de izquierda se abstienen.

Aún existen “compañeros” que consideran poco importantes las elecciones. ¡Increíble! Son los menos, pero existen (paradójicamente ¿son los que más asisten a las reuniones de la “unidad de las izquierdas”?). Sutilmente nos quieren hacer creer que ellos son más “revolucionarios” y quienes apostamos por cambiar el sistema, ganando las elecciones, seriamos los “electoreros”.

Algunas posiciones de la izquierda están atrapadas en el tiempo, inspiradas en el inconsciente colectivo del romanticismo militante. Pecamos de dogmáticos. No estamos convencidos que hoy la exigencia es un partido de ciudadanos con deberes y derechos.

Este es un tema debatible, forma parte de la lucha ideológica. Debemos superarlo pero temo que no queremos enfrentarlo.

¿Por qué? Porque aún no nos convencemos que la izquierda también puede ser: corrupta, chauvinista, racista, machista, homofóbica, hegemónica, clientelista, infantil, oportunista.

Son los otros temas ideológicos que a la izquierda del siglo XXI le exige la humanidad.

Un partido de la izquierda de "tendencias", dentro de un frente amplio, es lo que intentan algunas fuerzas políticas. Un partido de ciudadanos con deberes y derechos que hacen política dentro de sus entornos del día a día es la exigencia de hoy. Quien haga la lectura de caminar: respetando las diferencias, tolerando las posturas y posiciones, comunique mejor sus propuestas y haga escuela de formación política en todos los niveles de militancia ganará posiciones. 

La izquierda debe superar su principal escollo: "el enemigo de un izquierdista es otro izquierdista".