Una tercera parte del día (en promedio ocho horas) la pasamos durmiendo; incluso, algunas veces “se duerme mal” y, en otros casos, cuando debemos estar en estado de (“supuesta”) vigilia estamos “cabeceando”.

¿Tener o no tener tiempo es el problema?

Lo que impide nuestro “éxito” o el “sentirnos bien” muchas veces está en función a los momentos que pasamos pensando en las cosas pendientes dejando de disfrutar o de hacer aquellas cosas del presente y nos enfrascarnos en cosas pasadas que no fueron solucionadas.

La terapia Gestalt, haciendo una síntesis apretada, propone vivir nuestro: “aquí y ahora”. Es necesario, para vivir bien, dejar de estar distraídos (y sentirnos mal) por nuestros recuerdos o vivir en extrema ansiedad y estar pendientes de nuestro futuro.

Los psicoanalistas categóricamente afirmarían que los traumas infantiles nos envuelven y limitan nuestro mundo presente y, a través de sus terapias, nos “ayudarían” (durante años) a curar y superar las heridas pasadas.

Muchas de las veces nuestros sufrimientos exceden la realidad. No son lo que realmente sucede; sino que el mundo de nuestra mágica imaginación aumenta aquello del podría ser.

Si llegáramos a los 33 años, la edad de Jesús solo por mencionar un ejemplo, diríamos que 11 años estuvimos durmiendo. La tercera parte de nuestra vida la pasamos durmiendo. Agregue usted ahora el tiempo que pasa pensando en sus recuerdos, los cuales forman parte de su pasado, sintiendo angustia por los momentos futuros que aún no vive.

Si haríamos un cálculo de las horas que la pasamos viajando en bus, micro, combi o lo que fuera, los cálculos de nuestra vida placentera serían desalentadores.

Sin embargo, el “largo tiempo” de vida distraída es superado por un momento que podría incluso durar un segundo.

En la maravillosa obra: “Alicia en el país de las maravillas” se produce este dialogo, que grafica lo que intentamos explicar:

Alicia: ¿Cuánto tiempo es para siempre?

Conejo blanco: A veces, sólo un segundo.

¿Cuánto tardaste en leer este texto? Unos segundos. Ojala sirvan para que tengas infinidad de horas de felicidad en tu mundo presente.

Finalmente, José Luis Sampedro dijo: “El tiempo no es oro, el oro no vale nada. El tiempo es vida”.