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Mi dedicación a la minería ilegal

Sincera confesión (de parte)

Publicado: 2016-04-07


De niño regresando a casa y, durante el "recreo" en el patio de nuestro inolvidable “Colegio Fiscal de Varones N0. 7063” de SJM, conjuntamente con mi querido hermano: Decio Infantes Santillán, nos dedicábamos a la "minería ilegal".

Recolectábamos "chapitas" de botellas de gaseosas. De todas las "marcas" y colores.

"Lulú", "IQ", "Fanta", "Bimbo", "Twist", "Concordia", "Manzanita", "Pasteurina", "Pepsi Cola", "Coca Cola" "Inka Kola" y “chapitas” de cerveza, como por ejemplo: “Garza Real”, “Cuzqueña”, "Cristal", "Pilsen Callao", "San Juan" “Arequipeña”, entre otras; eran nuestros metales preciosos de recolección en nuestra actividad diaria.

Las chapas de gaseosas o cervezas están hechas de una “aleación metálica principalmente de acero” que dura aproximadamente unos treinta años en degradarse.

Desde la azotea del tercer piso de la casa de nuestros padres, punto de encuentro de infinidad de aventuras infantiles; escapamos de lo mundano y contactábamos con lo más placentero y lúdico del imaginario infantil.

La azotea, nuestro centro de operaciones mineras, guardaba “celosamente el secreto”. Era el espacio libertario donde acopiábamos en una enorme caja de cartón, el ilegal producto y tan preciado tesoro de “metal”.

Nuestras prácticas “seudo-mineras” eran el resultado de nuestra propia y original actividad “ilegal y extractiva", análogamente digna en la actualidad, de lo que hoy se denomina: “minería metálica".

No contaminábamos: reciclábamos; éramos dos errantes e ilusos soñadores, recolectores nómadas que regresábamos a la civilización sedentaria al llegar a casa; seguro sin saberlo, futuros “convictos y confesos”, defensores del Medio Ambiente.

Quizás nuestras infantiles, ingeniosas, inocentes y hermosas actividades de recolección no tenían parangón con otros juegos de la época; altamente sofisticados, adquiridos en las cadenas de servicios de aquella época donde otros niños recibían juegos muchas veces inalcanzables para nosotros.

Nuestro jugueteo no llegó a ser producto de una "perra vida". Fue todo lo contario. Una aventura llena de felicidad, amor, entrega solidaria y fraterna entre hermanos que nos llevó, modestia aparte, a ser creo yo: buenas personas.

Han pasado los años y ahora me dedico a recolectar "tapitas" de plástico para actividades de reciclaje y canje de organizaciones de ayuda y voluntariado.

Esta "roca" de mi infancia la había olvidado; sin embargo, vino a mi memoria a propósito de las desesperadas denuncias contra el padre de Verónika Mendoza y una concesión minera de productos no metálicos, que ya no tiene donde de manera legal extraía “piedras”.

Esta es mi historia minera. Mi ilícita aventura infantil de recolección de productos “no metálicos”. Yo no tuve, tengo, ni tendré una concesión minera legal o ilegal.

Esta es mi sincera confesión.

Esta es mi apuesta; mi “roca” para una significativa parte de familiares, buenos amigos, colegas y compatriotas de mi país.

Sigo, en la terca aventura de recolectar ilusión.

Sigo, ya no desde la azotea observando la vida pasar, ahora es el tiempo de tomar posición y de actuar.

¡Yo voy con Vero! y mi hermano Decio ¡También! 


Escrito por

Eduardo Infantes Santillán

Libre pensador. Dedico los breves espacios de tiempo libre que tengo a escribir mis cavilaciones insomnes, muchas de ellas sin sentido. Son parte de mi mundo interior que fuga al exterior en el recreo de la libertad irresponsable. Soñador, utopista, libert


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Cavilaciones insomnes

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